Puntos suspensivos...

Una noche más entre la oscura niebla de susurros callados, silencios soñadores, violines destrozados, momentos en un limbo, pupilas hechas añicos, claves de sol nostálgicas y sensibles notas de música adornando nuestro edredón de pasiones incompleto... todo incompleto, todo seguido de unos tristes puntos suspensivos que no logran unirse, que no logran ser uno, y así esperan sin tiempo un cuarto que acompañe su solitaria existencia pero sin la fuerza aún de acabar con esa fuerte dependencia que los hace esclavos de una esperanza, sin lograr reducirse a un solo de momento inconcevible punto y final.


Quizá todo acabó esa noche, malvado el destino o la casualidad que te arrancó de mi vida en la ocasión más especial que jamás pudimos vivir... en la Luna más dorada, en el cielo más oscuro, en el amanecer más bello que jamás mis ojos habían visto. Quizá porque jamás había contemplado aquellos parajes en semejantes manantiales azulados que brotaban de tí hasta desembocar en mí ahogándome sin temor con la fuerza más arrasadora.



Quizá todo acabó esa noche cuando al caer sobre mi cama:


-¿Por qué lloras?
-Esto se acaba, lo pierdo de verdad...
-Nunca lo has tenido.

Gritando al silencio...

Una nueva ciudad, un nuevo cielo, luz, cambio... infinidad de sensaciones al cambiar de ciudad, todavía no me lo creo, todavía despierto cada mañana buscando el anterior decorado. Sí, el escenario que tantos secretos guarda entre cortinas desobedientes, oscuridad, gritos discretos y silencios ensordecedores...

Estoy paseando por las calles que un día recorriste. Siguiendo tus mismos pasos... arrancándole las máscaras a mis semejantes y allegados por si te encuentras debajo esperando mi llegada, esperando que llegue a tí, y te busco... pregúntale a las calles que son fiel testigo, pregúntales si no busco en cada mirada tu escondite.

Quizás la atracción que me une a tí de manera insportable es debida a que constantemente me recuerdas a mí, porque te reconozco en cada frase que pronuncias como si fuese mi conciencia la que hablase, porque rompes la barrera que continuamente me hace pensar que no pertenezco a este mundo, que no encajo, que nada encaja ni vislumbra aspiraciones a ello...

Quizás me estoy enamorando... enamorando curiosamente de la única persona en la que me siento reflejada, del reflejo del espejo, sí, ese que un día rompí porque no me reconocía en él... Sí, me estoy enamorando... de la sombra que pisé sin cuidado cuando me seguía a todas partes...


Y es que como se dice en una de mis películas favoritas:


'No importa donde huyas, siempre acabarás tropezándote contigo misma'


Y así es, he tropezado conmigo y he despertado encima tuya de manera inexplicable e inseparable, ahora lo entiendo... eres mío... eres 'yo'

Volando en la cárcel...

Querido amigo, nos volvemos a encontrar de nuevo como cuando las luces hacen sombra en la mirada... oscura, llena de todo lo que se necesita que permanezca en la niebla.


Qué decir si no sé cómo llevar lo que es y deja de ser, qué hacer si veo ante mis ojos como todo es efímero, como se escapan las demás gaviotas enjauladas buscando progreso, cambio... y yo intento escapar y no puedo...


Al alzar el vuelo una parte de mi siempre se queda atrás, por mucho que lo intento el mundo va más rápido.


Cansada, agotada, ésta alma solitaria se deja vencer por la fuerza que le oprime y ve como el resto se eleva y se pierde en el horizonte quedando allí presa sin nada más que su propia conciencia, con el único calor que le producen las plumas que cayeron de sus compañeras al levantar el vuelo.




Cantaba y cantaba y con su melodía llamaba, pedía ayuda siempre esperanzada de que alguien volaría por su mismo cielo, gritaba y gritaba... con todas sus fuerzas.


Con el paso de los días los gritos pasaron a una simple voz, de ahí hasta el susurro, al silencio, pero al silencio más profundo que conocía, desfallecía...



Y así pasaron los días con la mirada agachada en sus aposentos. Y sin ya esperar nada de nadie volvieron en su búsqueda, eso sí, cuando lograron darse cuenta de que ella no estaba, que no les seguía.


Ya juntos comenzaron a volar, pero el resto ya estaba acostumbrado a volar más rápido con lo que ella continuaba quedándose atrás, cada vez más y más, y más...



Hasta que de nuevo volvió a perderles el rastro... ahora que ya era libre no sabía a donde ir. Asique tras vagar bajo aquel cielo uniforme que no le decía nada acerca de su camino, tras no encontrar nada que le motivara a seguir y explorar nuevas rutas... decidió volver a donde jamás llegaría a pensar que volvería por voluntad propia... a su cárcel, a su jaula, de donde nunca debió salir.



Porque con tanto anhelo deseaba la libertad cuando estaba en su interior, que esa motivación era la que le mantenía viva, la que le hacía seguir viviendo.



Porque la vida para los que se plantean el futuro, los que jamás sueltan del todo la mano del pasado, la vida para ellos es un continuo devenir, un ser y no ser, un tenerte y no tenerte, un llegar a ser algo, un camino inacabado que se rompe y deja zonas sin rastro de meta.




Solo es un vagabundo que se aferra a lo que no muere, a su música y a la esperanza de salir de nuevo de su jaula, esta vez, por el camino correcto.