Volando en la cárcel...

Querido amigo, nos volvemos a encontrar de nuevo como cuando las luces hacen sombra en la mirada... oscura, llena de todo lo que se necesita que permanezca en la niebla.


Qué decir si no sé cómo llevar lo que es y deja de ser, qué hacer si veo ante mis ojos como todo es efímero, como se escapan las demás gaviotas enjauladas buscando progreso, cambio... y yo intento escapar y no puedo...


Al alzar el vuelo una parte de mi siempre se queda atrás, por mucho que lo intento el mundo va más rápido.


Cansada, agotada, ésta alma solitaria se deja vencer por la fuerza que le oprime y ve como el resto se eleva y se pierde en el horizonte quedando allí presa sin nada más que su propia conciencia, con el único calor que le producen las plumas que cayeron de sus compañeras al levantar el vuelo.




Cantaba y cantaba y con su melodía llamaba, pedía ayuda siempre esperanzada de que alguien volaría por su mismo cielo, gritaba y gritaba... con todas sus fuerzas.


Con el paso de los días los gritos pasaron a una simple voz, de ahí hasta el susurro, al silencio, pero al silencio más profundo que conocía, desfallecía...



Y así pasaron los días con la mirada agachada en sus aposentos. Y sin ya esperar nada de nadie volvieron en su búsqueda, eso sí, cuando lograron darse cuenta de que ella no estaba, que no les seguía.


Ya juntos comenzaron a volar, pero el resto ya estaba acostumbrado a volar más rápido con lo que ella continuaba quedándose atrás, cada vez más y más, y más...



Hasta que de nuevo volvió a perderles el rastro... ahora que ya era libre no sabía a donde ir. Asique tras vagar bajo aquel cielo uniforme que no le decía nada acerca de su camino, tras no encontrar nada que le motivara a seguir y explorar nuevas rutas... decidió volver a donde jamás llegaría a pensar que volvería por voluntad propia... a su cárcel, a su jaula, de donde nunca debió salir.



Porque con tanto anhelo deseaba la libertad cuando estaba en su interior, que esa motivación era la que le mantenía viva, la que le hacía seguir viviendo.



Porque la vida para los que se plantean el futuro, los que jamás sueltan del todo la mano del pasado, la vida para ellos es un continuo devenir, un ser y no ser, un tenerte y no tenerte, un llegar a ser algo, un camino inacabado que se rompe y deja zonas sin rastro de meta.




Solo es un vagabundo que se aferra a lo que no muere, a su música y a la esperanza de salir de nuevo de su jaula, esta vez, por el camino correcto.

2 comentarios:

  1. Qué bonita historia!Siempre tenemos que aferrarnos a algo.
    Besos.

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  2. La libertad es un don del que no todos somos capaces de disfrutar al máximo, muchos animales cuando son liberados del cautiverio vuelven a su jaula, la rutina y la seguridad prima por encima de muchas cosas.

    Me gusta tu blog, saludos!

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